“La mente en la naturaleza es una propiedad de cerebros particulares con historias particulares, es decir, de fenotipos particulares con áreas cerebrales particulares y estructuras capaces del tipo de memoria que conduce a la consciencia. Dada la naturaleza selectiva de los sistemas que sustentan la conciencia, el conocimiento de la ciencia por sí solo no es garantía de una buena idea.”
“La estructura del mundo es obviamente diferente de la de la experiencia consciente -nuestro realismo debe estar matizado no sólo por nuestros límites fenotípicos, sino también por la influencia de la experiencia consciente y la historia en nuestras formas de pensar”.
Estas dos citas corresponden al libro The Remembered Present. A Biological Theory of Consciousness, escrito por Gerard M. Edelman.
Es de los libros (junto con el de Meadows sobre sistemas) que son eventualmente perdidos y hallados en mi cuarto. No es que mi habitación sea un desastre (también depende de con qué la compares). Tampoco es tan grande como para que se pierdan cosas. Es que es nueva desde mayo. Y eso quiere decir que no he desarrollado la rutina de asignar sitios concretos a determinados libros. Por ejemplo, a libros relevantes que me estoy leyendo. Libros que me leeré después de los relevantes. Libros que no me interesan tanto pero me tengo que leer antes que ninguno para escribir esto o lo otro.
El caso es que este libro lo compré con ganas y aunque no es lo que esperaba, resulta que es mucho más de lo que esperaba. No lo he terminado de leer despacio, pero la lectura rápida me hizo frotar las manos. Es posible que algún experto en este tema considere que no es para tanto. En mi descargo recordaré que solamente soy una persona que aprende. Aunque a esas personas les diría que el autor tiene un Nobel y es director del Neuroscience Institute y profesor en la Rockefeller University. Credenciales, tiene.
Me estoy acordando mucho de Jaime Rodríguez de Santiago y de Javier González Recuenco porque la realidad no “existe”, por la heurística y el relato que mata al dato, por la importancia del contexto y el entorno, y porque asumimos lo que nos renta evolutivamente, es decir, lo que nos facilita sobrevivir, tanto física como emocionalmente. Lo demás, al cajón.
La actitud contraria a esa requiere energía, esfuerzo, ser capaz de vivir con frustración y una personalidad obsesiva también viene bien.
María, cuando tengas algo más de tiempo te recomiendo en esa línea "Los engaños de la mente" de la neurocientífica española líder en ciencia de cognición visual Susana Martínez Conde. Tiene una relación con el ilusionismo muy interesante.