Ando escribiendo un pequeño artículo sobre la ironía en un filósofo concreto. Cuando esté, lo anuncio. De momento, seguimos cocinando.
El caso es que me he visto empujada a acercarme al estudio de la ironía. Yo creía que sabía todo sobre el tema porque, según me dicen, soy muy irónica, por parte de padre. Un error enorme. Ahora estoy descubriendo qué significa la ironía. No solamente la expresión irónica, sino la ironía como estado vital, como manera de enfrentarse a la divergencia entre tu imagen del mundo y la realidad. La ironía como ruta de escape y pantalla que cubre la tristeza, esa melancolía que se desprende del malestar que siento ante una sociedad en la que no acabo de ubicarme.
La ironía diferente del humor y la chanza que buscan desactivar las defensas de tu interlocutor. Que también es un buen recurso. Y diferente también del cinismo, cuyo protagonista, según dicen los expertos, se burla de todo y solamente toma en serio el ego del propio cínico.
Por casualidad, entre lectura y lectura he vuelto a ver la película Joker, con un Joaquim Phoenix que interpreta magistralmente a Arthur Fleck, el enfermo mental que, entre otras cosas, padece un trastorno llamado trastorno pseudobulbar (ASB). Dicho trastorno genera un cuadro caracterizado por la presencia de una expresión emocional exagerada y desproporcionada.
No pude evitar preguntarme qué se siente cuando tu manera de expresar las emociones es completamente inadecuada y, permanentemente, eres apartado por ello.
La ironía no es un trastorno, pero sí un modo de mirar al mundo cuando no encaja en tu visión de lo que debería ser, de lo que te han enseñado que debería ser, ese mundo para el que te han educado y que no es real.
Es apabullante recorrer los recursos lingüísticos y no verbales que despliega el ser irónico de manera espontánea.
Yo reconozco que mi ironía, en ocasiones, se nutre de cierta mala baba y tiro a dar. “Eres cáustica”, me decía quien me dejó la ironía como herencia. Por fortuna, especialmente para mí, he aprendido a frenar a tiempo y a tomarme las cosas de otro modo.