Cáncer. Esa palabra maldita que nadie dice por puro prejuicio. Como si por un sortilegio maligno te fueras a contagiar.
Cáncer. Esa enfermedad tantas veces malinterpretada. El bicho, le llaman algunos. No es un bicho, es una mutación celular, de tus propias células, por razones que no están claras, que no siempre tiene cura, y en el que, por suerte, se están haciendo muchos avances en supervivencia y tratamientos, en algún tipo de cáncer.
La censura es el cáncer de la palabra porque es una mutación maligna de la capacidad de las personas de expresarse. Puedes decir lo que quieras menos lo que yo te diga. Por las razones que me salen del refajo. Por ejemplo, porque puede herir a otras personas.
Hiere más no financiar tratamientos contra el cáncer. Hiere más la mentira y el engaño. Hieren más los enrevesados esfuerzos en evadir la justicia. Hieres tú más, censor aprovechado, que la palabra cáncer.
Si hay que prohibir utilizar la palabra cáncer correctamente, como metáfora adecuada de algo que se corrompe por dentro, ¿qué hacemos con quienes dicen desear un cáncer a su enemigo? ¿o a su torturador? Porque estamos en la sociedad de la maldición trapera.
“Ojalá te salga una hija como tú”. Mi padre se equivocó y me salieron dos mucho mejores que yo.
“Te va a castigar Dios y te vas a ver gorda de verdad”. No le vino muy bien a mi anorexia.
¿Debería existir un delito de maldición trapera? (Qué buen nombre para un grupo de trap, La Maldición Trappera”). Las personas que me decían esas cosas son las que más me han querido del mundo, a su modo. Y solamente expresaban frustración. Que igual no he sido una hija fácil.
¿Qué es menos empático, decir que la censura es el cáncer de la palabra o hablar de guerra, victoria y resistencia cuando miles de personas morían solas, ahogadas durante el coronavirus, en medio de una incertidumbre terrorífica, y mientras quien pronunciaba esos discursos jugaba al ajedrez político con las comunidades autónomas, colaba leyes y medidas a cholón y pisoteaba la democracia?
Ese era Sánchez. El cáncer del PSOE. El cáncer de la democracia. Y hay varias maneras de combatir un cáncer. He vivido al menos tres. Se puede envenenar con quimioterapia. Se puede extirpar con una operación. Y se puede quemar con radioterapia.
No sé que tratamiento es necesario. Pero, tal vez, es necesario una combinación de fuerzas de diferente tipo y procedencia, incluido del propio PSOE, una inmunoterapia para Sánchez y su banda, por usar otra metáfora, los golfos apandadores.