La vi en cuanto la estrenaron. Es una película estresante que no deja indiferente. Algunas personas se aburren, otras se entusiasman, otras no la entienden. Pero casi todo el mundo coincide en lo diferente que es.
Cuando salí del cine, me dije: “Soy Evelyn”. Miré la gente de la calle y pensé: “Todos lo somos, lo sepamos o no”.
Es verdad que no vamos saltando de una realidad a otra paralela, y de ahí a una tercera y una cuarta, en un multiverso que, probablemente, no estamos preparados para asimilar, y que, a algunos, les produce una angustia vital considerable. “Bastante tengo ya con una vida”, me decía alguien desencantado con la película.
Sin embargo, todos desempeñamos muchos roles a lo largo de nuestra vida. Nos enfrentamos con monstruos, malhechores, villanos, siempre a la medida de nuestra mediocre exitencia. Una compañera envidiosa, un jefe imbécil, una familia disfuncional, un trastorno mental (o dos), un amor platónico que se quedó en eso, una crisis de pareja que de repente transforma a esa persona que amas en alguien diferente. Vivimos en un mundo en el que construimos templos a dioses a los que destronamos cuando maduramos, o cuando nos cansamos de ellos. Y repetimos la operación para huir de la sensación de estar “colgando” en la nada. Estamos agotados porque nos desdoblamos en mil funciones, no necesariamente relacionadas con el trabajo. Buscamos ser útiles a otros, ser apoyo, o por el contrario, sacar rédito de los demás. Buscamos la mirada del otro, la aprobación, y también somos mirada para otros y les reprobamos o bendecimos, casi sin darnos cuenta. Somos la mejor y la peor versión de nosotros mismos, en el mismo cuerpo.
Como Evelyn, que es siempre la misma, pero modulando sus fortalezas y sus debilidades, cada vez de una manera. Misma cara, mismo cuerpo, misma esencia, varias vidas, funciones, roles.
Mi moraleja, la que saqué en su momento y que me sigue sirviendo cada día, es que podemos buscar en nuestro interior nuestra dueña de lavandería, nuestra maestra de kung fu, nuestra estrella de cine, para rescatar lo mejor de ellas y resolver de la mejor manera posible nuestra lucha diaria, sea cual sea, en el trabajo, con la familia, los amigos, con nosotros mismos. Y, por supuesto, con Hacienda.
Todas somos Evelyn… y a veces no nos acordamos de que fuimos un poco Joy :)