Juanjo Brizuela retuitea un tuit de la turra del sábado de Javier G. Recuenco. La turra en concreto iba de la película “Air” y su trasfondo CPS (Complex Problem Solving) y esas cosas que nos cuenta Javier, sábado a sábado.
Y el tuit mencionado por Juanjo dice:
“Sin salto al vacío no hay CPS. Sin riesgo no hay gloria, sin improbabilidad no hay épica, sin sufrimiento no hay redención”.
Ya me caló cuando lo leí el sábado, mientras el tipo de IKEA montaba la nueva Billy. Y con esa, otras frases:
“No te rindes cuando tienes una situación aparentemente desesperada, sino que es tu pistoletazo de salida para ponerte en marcha”.
“Al que está jodido le toca siempre hacer los movimientos más bold” (quiso decir osados).
Yo no sé ni de baloncesto, ni de fútbol, ni de empresa, ni de CPS, ni de estrategia empresarial (voy entrando poco a poco, con ayuda), ni de los secretos del marketing. Yo me muevo profesionalmente entre el vasto y confortable mundo de las ideas y la enseñanza. Pero, en este último año, he ido asumiendo, con dolor y retorcimiento de mis cimientos como persona, cada una de las palabras que Javier le dedica a la película “Air”.
Uno no sabe qué es un salto al vacío hasta que no lo vives y te juegas algo muy gordo. Dan ganas de tirarse al suelo y mandar todo ATPC. Que asuma la realidad Rita la cantaora. Te caes. Disimulas porque te puede el orgullo y, sobre todo, la responsabilidad, sabiendo que eres madre, y tus dos hijos, por mayores que sean, te miran, como tú mirabas a tu padre en el hospital y aprendías qué significa irse de este mundo honrando quién eres. ¿Se puede actuar solamente por responsabilidad? Se puede. Pero no es suficiente para tirar para delante cuando el camino es muy largo. (Y confieso que se me está haciendo eterno. Soy de naturaleza impaciente).
Cada persona es un mundo y esto que escribo solamente vale para mí. Pero yo saqué fuerzas siendo consciente de qué significa ese salto al vacío, o leap of faith. No hablo de una fe enfocada a una ser superior que te salva, que me parece una trampa (con perdón). Es un salto al vacío que consiste en actuar como si el siguiente fotograma de tu vida fuera el mejor, el que necesitas, pero sabiendo a ciencia cierta que puede ser el peor panorama de todos. Y te das cuenta de ello, cuando ves que hay compañeras de camino que se esfuerzan como tú y te dan lecciones de actitud y fortaleza, pero se quedan por el camino porque, en su cuerpo, la química no funciona como en el tuyo. Pinto, pinto, gorgorito. Entonces te das cuenta de que, contra todo pronóstico, el camino es abrazar lo incognoscible.
Te pones en marcha y descubres la épica de la incertidumbre. El hacer lo que debes solamente porque es así como se hacen las cosas. No porque vas a ganar un premio, o el aplauso ajeno, o van a reconocer tu éxito. La épica es seguir porque sí. Sin estadísticas a tu favor. Sin manual de instrucciones. Buscando la luz en sitios improbables. En mi caso, tengo una “asesora” que me acompaña a miles de kilómetros de distancia, que le da al triatlón en sus ratos libres, y hablamos de estrategia para afrontar estas cosas. “Reduce el ritmo de la brazada, pero no te pares: descansa para continuar”, esa frase me sacó de uno de los momentos feos. Un movimiento bold acudir a una deportista para ver cómo lleva las transiciones entre nadar, pedalear y correr. Se llama desesperación, necesidad y salto al vacío. Todos tus recursos físicos y mentales se ponen a tu servicio pero tiene que haber un cerebro (orquestador cognitivo) que dirija el proceso: alimentación, ejercicio, control mental, emociones.
Nada espectacular, el día a día de todos. Porque todos tenemos problemas y atravesamos desiertos. No soy ejemplo de nada.
Solamente pretendo reflexionar sobre esas frases de la turra CPS. Porque, de repente, se pone de moda, y hay todo un club de MRC que se hacen selfies en el metro (aquí, mi envidia, aquí una amistad). Y algunas personas, adrede o no, empiezan con “es que ahora todo es CPS”, “esto es un hype”, “es consultoría disfrazada”, “la última cocacola del desierto, jajaja”… todo con muy buen rollito y mucha risa.
Los problemas complejos viven entre nosotros, porque los generamos nosotros, es esencial al ser humano y su complejo cerebro, su compleja forma de organización social, política y económica. No es exclusivo del ser humano: hay complejidad más allá de nuestro entrecejo. ¿Es que ahora todo es CPS? Pues sí. Por eso lo puedo entender yo, que soy una ignorante, simplemente porque lo vivo. Como todos. La diferencia está en los ojos que lo miran: lo ves o no lo ves.