Pues hoy es día de estreno para mí en esta modalidad. La culpa es de Andrea. “Que no pierdas el tiempo con ese tipo y lo escribas todo. Que te quiero leer, cogno”. Y tiene razón. ¿Qué mejor momento que éste?
El tema en cuestión es un hilo de Twitter en el que un ingeniero industrial, no médico y no científico, expone sus avances en la lucha contra el cáncer, expresados en lenguaje científico (que entiendo lo que es una mitocondria y sus funciones, pero no soy científica) y tuits bien hilados. Pregunto a quien sí es científica (bioquímica, bióloga molecular, máster en diseño de medicamentos, a punto de culminar su doctorado en bioquímica en Cambridge) y me confirma que no, que no me fíe, que me están vendiendo algo que no es fiable, de nuevo.
Porque la cosa es que estoy en el octavo mes de curación de un cáncer de mama (que ya no tengo, desde que me lo extirparon el 22 de diciembre pasado) y mi amiga atiende pacientemente mis llamadas: “He leído a un oncólogo que si cambio la dieta puedo cambiar el pH del liquido intersticial y ayudo a destruir las células tumorales”. “He leído a una doctora que ha tenido cáncer que los espárragos verdes son lo peor y que el brócoli es anti-cancerígeno”. “Pues me han dicho que las inyecciones de Vitamina C en vena son mano de santo”. Y claro… ya estoy cansada de vendehumos. Así que le pregunto todo. Y ella se deja.
Este señor perdió a su mujer tras una larga enfermedad, cáncer, por supuesto, y merece mi empatía por ello. Pero eso no implica que tenga la clave, por más que haya leído todo (y entiendo su obsesión), y de repente se le haya iluminado la bombilla con que son la mitocondrias alteradas el origen del cáncer y que estamos apuntando a la diana que no es. Tengo que reconocer que yo no lo sé. Pero que haya escrito miles de páginas referenciadas no le hace menos magufo. Que sus seguidores me insulten, me llamen ignorante y hablen de los miles de médicos que curan el cáncer o lo intentan de todas las maneras como “dioses de bata blanca” al servicio de las farmacéuticas, pues tampoco. Yo soy una ignorante respecto al cáncer: solamente soy una de tantas personas que lo han padecido y que siguen en proceso de hacerlo desaparecer para siempre. Y eso es parte de lo patético del asunto.
Los enfermos de cáncer somos muy vulnerables a los globos de esperanza. He escuchado demasiadas veces “Bueno, pues después de esto, ya está”. Y no, no está. Después de la quimio, viene la operación, después la radioterapia, después la hormonoterapia, la quimioterapia oral… y nada es inocuo. Todo tiene efectos secundarios, más o menos graves, más o menos visibles, más o menos soportables. Y sí, la quimioterapia vía catéter es lo peor, es lo más agresivo, pero lo de después no es un paseo. No. “Ya está”, no.
Así que, personalmente, agradecería que los magufos, por mucho que estén volcando su dolor en su obsesión, que vayan a un psicólogo y vivan felices. Y nos dejen a los que padecemos esta enfermedad que lidiemos el toro cada cual a su manera, sin globitos de esperanza, humo de colorines y cosas así. VIVA LA CIENCIA.